Relato corto de terror – El pueblo sin nombre

El pueblo sin nombre
Imagen propiedad de Fasslayer

Contiuné conduciendo bajo las estrellas, solo la luna llena alumbraba el rostro de Fanny que iba recargada sobre el cristal mientras dormía y por el retrovisor se podía observar las siluetas de Mario y Juan, que aun que estaban despiertos, solo venían mirando el camino.

Justo estaba por parar para tomar un descanso a orilla de la carretera cuando a lo lejos vi un letrero que decía: «Bienvenidos a …». En ese momento imaginé que el letrero era tan viejo que el nombre se había borrado ya.

Así que decidí seguir por el camino sin pavimentar hasta que de pronto apareció un pequeño pueblo que lucía bastante abandonado, seguí de frente y de pronto paré en medio del camino. Hubo un silencio absoluto, solo se escuchaba el motor del vehículo y el ladrar a lo lejos de algúnos perros.

Me giré y miré a Mario y Juan quienes se notaban desconcertados y al igual que yo no decían palabra alguna. – Supongo ellos también sintieron esa pesades y escalofrío que llegó al momento de entrar a ese pueblo sin nombre. –

Estuve a punto de bajarme del vehículo para explorar un poco cuando de pronto Fanny despertó y me tomó del brazo. Ella me dijo: Espera, mira hacia tu costado…

Al voltear miré la silueta de unas personas que estaban paradas a un costado de lo que parecía ser su vehículo, un vehículo que parecía tener mas de una década sin moverse, ya que el polvo lo cubría por completo.

Estas personas solo se movían lentamente mirando fijamente a la nada al rededor del vehículo, -como si estuvieran en un tipo de hipnosis-, ¿que hacían esas personas a mitad de la noche caminando de esa forma?.

Al mirar esto decidí seguir avanzando en el vehículo adentrándome mas al pueblo y observamos que ese pueblo sin nombre a pesar de lucir como un pueblo fantasma, con sus tejas a medio caer, sus paredes de adobe y sus cercas podridas, era un pueblo habitado por personas que andaban a media noche caminando hacia la nada.

Fue entonces cuando empecé a sentir una pesades mayor y a sentir que el sueño estaba apunto de ganarme, pero para evitarlo baje el cristal un poco para que entrara el aire mientras seguíamos avanzando.

Fue cuando pareciera que perdí la memoria por unos segundos, mire a mi alrededor y no lograba recordar del todo a la chica que iba a mi lado y mucho menos las siluetas de los 3 sujetos que iban detrás. -pero seguí avanzando sin parar-.

El vehículo vibraba cada que las llanatas pasaban por las piedras que topaba en el camino, hasta que de pronto retomamos camino y seguimos por la carretera nuevamente.

La pesades y el temor desaparecieron, los ladridos y aullidos de los perros desaparecieron y de pronto la memoria volvió a mi. Todo estaba bien, habíamos dejado atrás ese pueblo sin nombre, éramos los viejos amigos de siempre y los 5 amigos continuamos nuestro camino…

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