En esta ocasión compartiremos contigo 5 historias de terror cortas para niños de primaria las cuales harán volar tu mente y te dejarán pensando en que tanto tu entorno puede ser una trampa o puede esconder a un ser que aseche desde la obscuridad en cada rincón de tu hogar. Esperamos las disfrutes.
La Mirada en el Espejo
En una tranquila noche de luna llena, Rachel, una joven escritora, se encontraba sola en su apartamento. Su deseo de crear una historia escalofriante la llevó a explorar antiguos mitos sobre espejos malditos. Intrigada, decidió probar la veracidad de estas leyendas por sí misma.
Con lápiz en mano, Rachel se acercó al espejo en el pasillo. Miró fijamente su propio reflejo, buscando cualquier indicio de lo sobrenatural. De repente, la temperatura bajó, y sus latidos resonaron en sus oídos. Casi podía sentir los ojos del espejo observándola.
Pero, lo que comenzó como un experimento se convirtió en algo mucho más oscuro. La imagen en el espejo empezó a distorsionarse, revelando una figura sombría que no era la suya. Paralizada por el miedo, Rachel intentó apartar la mirada, pero algo en aquel reflejo siniestro la mantenía atrapada.
Las luces parpadeaban intermitentemente mientras la figura tomaba forma. Era una versión distorsionada de Rachel, pero con ojos vacíos y una sonrisa malévola. Un susurro inquietante llenó la habitación, pronunciando palabras indescifrables que helaron la sangre de Rachel.
En un intento desesperado de romper el vínculo, cerró los ojos con fuerza y gritó una antigua frase de protección que encontró en sus investigaciones. El susurro se intensificó, pero gradualmente, la presión en la habitación disminuyó. Cuando Rachel abrió los ojos, el espejo estaba normal de nuevo, y la figura había desaparecido.
Temblorosa, Rachel se alejó del espejo, jurando no volver a invocar fuerzas desconocidas. Sin embargo, cada vez que pasaba por el pasillo, sentía la mirada del espejo sobre ella, recordándole que el lado oscuro podía estar más cerca de lo que creía.
El Regalo de la Abuela
Era la víspera del cumpleaños de Emily, y la pequeña esperaba con ansias su regalo de la abuela. Su abuela, conocida por sus excentricidades, siempre sorprendía con obsequios únicos. Esta vez, le entregó una caja envuelta con papel envejecido y atada con un lazo negro.
Curiosa, Emily desenvolvió el regalo y encontró un viejo reloj de péndulo. La abuela le advirtió que solo debía darle cuerda antes de dormir. «Te ayudará a tener dulces sueños», dijo con una sonrisa misteriosa.
Esa noche, Emily siguió las instrucciones y ajustó el reloj. Las manecillas avanzaban con un suave tic-tac. Sin embargo, a medida que el péndulo oscilaba, Emily comenzó a sentir una presencia en la habitación. Sus juguetes emitían risas apagadas, y las sombras danzaban en las esquinas.
Aterrada, Emily intentó detener el reloj, pero las manecillas se resistían. Un murmullo llenó la habitación, palabras susurradas en una lengua olvidada. El reloj marcaba la medianoche cuando, de repente, todo se detuvo. El silencio pesaba en el aire.
Pensando que había imaginado todo, Emily se relajó. Pero entonces, las manecillas retrocedieron rápidamente, y el péndulo oscilaba en una dirección prohibida. El reloj emitía un tintineo siniestro, y la temperatura bajó drásticamente.
Un espectro apareció ante Emily, la abuela, pero no como la recordaba. Su rostro estaba demacrado, sus ojos vacíos. «Has liberado a algo que debería haber permanecido sellado», susurró la figura. Emily temblaba, dándose cuenta de que el reloj no era un regalo, sino una puerta a lo desconocido.
La abuela advirtió que debía arreglar su error antes del amanecer, o el espíritu liberado la perseguiría eternamente. Con valentía, Emily volvió a ajustar el reloj, esta vez siguiendo las instrucciones al revés. Las manecillas giraron en reversa, y el espectro desapareció.
La habitación recobró la normalidad, pero la abuela le dijo a Emily que la entidad acecharía en las sombras si volvía a romper la cadena temporal. Desde entonces, el reloj se mantuvo quieto, pero cada tic-tac recordaba a Emily que algunos regalos, aunque bien intencionados, pueden desencadenar terrores inimaginables.
La Sombra en el Espejo
En una antigua mansión apartada, Sarah, una fotógrafa obsesionada por lo paranormal, descubrió un espejo en el desván que irradiaba una oscura energía. Intrigada, decidió capturar su esencia en una fotografía. Sin embargo, al revelar la imagen, algo perturbador quedó plasmado en la fotografía: una sombra siniestra que no estaba presente al tomar la foto.
Decidida a descubrir más, Sarah regresó al desván con su cámara y se enfrentó al espejo. Mientras enfocaba, la sombra tomó forma, materializándose como una figura encapuchada con ojos luminosos. Un escalofrío recorrió su espalda, pero la fotógrafa no pudo apartar la mirada.
La figura extendió una mano espectral a través del cristal, y Sarah sintió un frío intenso al contacto. Al examinar la imagen en la pantalla de la cámara, descubrió marcas de manos en su propia piel. La sombra se alimentaba de su energía.
Aterrorizada, Sarah intentó huir, pero la sombra la perseguía por la mansión. En cada reflejo, veía sus ojos brillando malévolamente. Cerró todas las puertas, pero la sombra se deslizaba por las grietas, siempre un paso detrás.
Desesperada, Sarah recordó una antigua leyenda que hablaba de espejos como portales a dimensiones oscuras. Corrió hacia el desván y, con un último esfuerzo, lanzó la cámara al espejo, shattering el cristal.
En el instante en que el espejo se rompió, la mansión quedó en silencio. La sombra desapareció, y Sarah cayó al suelo, agotada. Pero al mirar a su alrededor, se dio cuenta de que ahora, su sombra la miraba fijamente desde la pared, con ojos luminosos y hambre eterna.
Desde ese día, la mansión permaneció vacía, pero aquellos valientes que se aventuraron a entrar escucharon susurros en los pasillos y vieron una sombra acechando en cada rincón. La leyenda de la sombra en el espejo perdura, advirtiendo a los curiosos que no jueguen con lo desconocido.
El eco de la estatua
En un pequeño pueblo rodeado de bosques, se alzaba una antigua estatua de un ángel en el centro de la plaza. La leyenda local decía que aquellos que miraran fijamente a los ojos de la estatua a medianoche, escucharían el eco de sus pensamientos más oscuros.
Un grupo de jóvenes decidieron poner a prueba la leyenda. A medianoche, rodearon la estatua, cada uno mirando los ojos de mármol con una mezcla de temor y escepticismo. Pero cuando el reloj dio las doce campanadas, una extraña calma se apoderó de la plaza.
Fue entonces cuando los jóvenes notaron un susurro suave, apenas perceptible. Al principio, creyeron que era el viento entre los árboles, pero el murmullo tomó forma de voces, susurros ininteligibles que los llenaron de inquietud. La estatua parecía cobrar vida, sus ojos centelleaban débilmente.
Uno por uno, los jóvenes sintieron que sus pensamientos más oscuros se revelaban en voz alta, como si la estatua estuviera leyendo sus almas. Horrificados, intentaron alejarse, pero una fuerza invisible los mantenía en su lugar, como si la estatua exigiera escuchar sus secretos más profundos.
El eco de los susurros llenó la plaza durante lo que pareció una eternidad. Cuando finalmente cesaron, la estatua volvió a la quietud. Los jóvenes, temblando y pálidos, se dispersaron, llevando consigo el peso de lo revelado.
Días después, los eventos extraños continuaron. Los secretos confesados en la plaza parecían perseguir a los jóvenes, causando discordia y tragedias en sus vidas. La leyenda de la estatua se propagó, y los lugareños evitaban la plaza después del anochecer.
El eco de la estatua se convirtió en una maldición que persistió generación tras generación. La estatua, testigo silencioso de las sombras de la humanidad, permanece en la plaza, esperando a revelar los oscuros secretos de aquellos lo suficientemente valientes como para buscar el eco de la verdad.
La habitación Olvidada
En un pequeño pueblo, la antigua mansión Thompson estaba envuelta en misterio. La leyenda hablaba de una habitación sellada en lo más profundo de la casa, un lugar que nadie se atrevía a mencionar. Cuando Sarah, una arquitecta curiosa, adquirió la propiedad, no pudo resistirse a explorar cada rincón.
Construyó su oficina en la mansión y comenzó a desentrañar sus secretos. Sin embargo, cada vez que mencionaba la habitación sellada, los lugareños se volvían taciturnos y evitaban sus preguntas. Intrigada por la resistencia, Sarah decidió abrir la puerta prohibida.
La habitación estaba al final de un pasillo oscuro, su entrada oculta tras un tapiz ajado. Sarah giró la llave con manos temblorosas. Al abrir la puerta, un viento helado sopló desde el interior. La habitación estaba vacía, excepto por una antigua mecedora en el centro.
Cuando Sarah se acercó, la mecedora comenzó a crujir por sí sola. Una sombra se proyectó en la pared, tomando la forma de una figura encorvada. El susurro de una vieja canción infantil llenó la habitación. Aterrorizada, Sarah intentó retroceder, pero una fuerza invisible la mantuvo en su lugar.
La figura se levantó de la mecedora, revelando un rostro pálido y demacrado. Sus ojos sin vida se encontraron con los de Sarah. Habló en un susurro escalofriante, contándole la historia de un niño olvidado, encerrado en esa habitación por crímenes inconfesables.
La figura extendió una mano espectral hacia Sarah, y en un instante, se vio transportada a una época pasada. Era testigo de los eventos que llevaron al niño a su trágico destino. La sensación de culpa la envolvía mientras la figura repetía la canción infantil con un tono de condena.
Sarah, incapaz de soportar la carga emocional, cayó al suelo cuando la visión terminó. La mecedora dejó de crujir, la figura desapareció, pero la sensación de tristeza y remordimiento persistió. La habitación había revelado su oscuro secreto, y Sarah se preguntaba si algún día sería capaz de liberarse de la culpa que ahora la atormentaba.
La mansión Thompson permaneció envuelta en silencio, y aquellos que se aventuraron en la habitación olvidada sintieron la presencia del niño, buscando redención a través de los vivos. La historia de Sarah se convirtió en un susurro entre los lugareños, recordándoles que algunas puertas deberían permanecer cerradas para siempre.
Esperamos hayas disfrutado estas historias de terror cortas para niños de primaria.
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