Cuando tenía sólo 21 años me casé con un hombre que consideraba ideal, todo en él me gustaba, era inteligente, decidido, guapo y a veces arrogante y muy sombrío y misterioso lo cual me gustaba.
Tuve a Diana al poco tiempo de casarme, recuerdo que la amé tan pronto supe que estaba en mi vientre, cuando la tuve en mis brazos fue el mejor día de mi vida, sin embargo durante mi embarazo tuve muchos contratiempos; veía cosas, escuchaba voces, durante todo mi embarazo tuve esas irregularidades, pero cuando la tuve en mis brazos olvidé todo.
Todo seguía regular en mi vida, incluso los ruidos y voces de mi embarazo se habían convertido en mi rutina, mi esposo todo el día al trabajo, mi niña en casa creciendo pero poco a poco empecé a notar una conducta un poco extraña en mi hija.
Empezó a caminar y a hablar y parecía que hablaba con alguien cuando no había nadie, se reía sola y mientras más crecía me miraba de manera diferente, ya no había dulzura en sus ojos.
Mi esposo optó por trabajar 16 horas al día dejándome sola con la pequeña.
Siempre la encontraba en sitios extraños de la casa, me daba un poco de miedo despertar a media noche y escuchar sus risas y su habla hasta que un dia escuché que le respondían.
Decidí hablar con mi esposo, sin embargo no somos muy unidos, – no me mal interpreten, lo adoro pero no habla mucho conmigo – y por supuesto igual que en otras ocasiones decidió no prestarme atención.
Mi niña seguía desarrollando esta extraña conducta más y más, ya tenía 5 años y ni siquiera me decía mamá, no hablaba conmigo, le tenía un poco de miedo a mi propia hija, un día que su padre llegó algo más temprano de lo habitual mi hija lo agredió, mi esposo solamente la acostó en su cuarto e ignoró el suceso.
Mi casa se había vuelto una especie de sitio de ultratumba, movían las cosas, se caían otras, se sentía un aura horrible. Era el mismisimo infierno para mi, no veía a mi Diana en esos ojillos que me veían.
Cuando cumplió 6 años sucedió algo que marcó nuestras vidas. Mi esposo llegó y fue directo a comer, mi hija lo miraba desde un rincón de la sala, los dejé así y para cuando regresé mi esposo estaba muerto, no lo podía creer, había un cuchillo enterrado en su ojo y varias puñaladas en su cara .
Sabía que había sido ella, había algo malo en ella; decidí correr y visitar una médium que vivía cerca y ella me lo contó todo, mi esposo nunca fue el hombre que yo pensé, su vida estaba condenada por medio de una maldición a traer ese monstruo que yo arrullé en mis brazos.
Ella era una maldición para la familia de mi esposo, y sabía que esto me arrastraría a mi también, sabía que sería mi fin y un daño muy grave al mundo, así que hice lo que tuve que hacer.
Fui a mi casa, decidida, enojada y dolida, llevaba gasolina, unas velas y algunas ramas que me regaló la médium, me dio una orden, tenía que morir quemada viva, era la única manera de acabar con la maldición, fui y la amarré mientras dormía, cuando despertó parecía una pequeña bestia, me mordió y me arrancó un pedazo de piel, sin embargo apenas la empecé a quemar llegó la policia, pude clavarle un cuchillo en su estomago antes de que me apresaran, sin embargo le extinguieron el fuego, solo murió por la puñalada.
Me incapacitaron mentalmente cuando dije los hechos y me recluyeron en un hospital, pero sé que estuvo mal, sé que volverá, su maldición no terminó pues no fue quemada, para mi desgracia solo la perpetué, viene todas las noches y ahora si me dice mamá pero siempre acompañado de un te voy a matar.
Ya hoy sé que es el día hoy viene por mí y nadie podrá detenerla, cuando vi mi brazo el mordisco que estaba perfectamente sano empezó a sangrar y a caerse mi piel, sé que viene por mi, viene por mi alma; mi pequeña Diana es un demonio y ya está aquí.
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