Fantasmas de Bogotá es un libro publicado en 1984 gracias a la Revista Diners. En su contenido se narran diferentes historias de sustos en la zona. En esta entrada indagaremos un poco sobre estas historias, para conocer un poco más sobre la cultura y el género de terror en Colombia.
Fantasmas de Bogotá: Introducción
Comienza con una historia que aconteció hace aproximadamente 150 años, en la cual había una casa con el nombre Yerbabuena, que era una lejana casa colonial, asoleada sobre una colina a la vera del camino que unía el Puente del Común con la villa de Sopó. Dentro de su estructura se encontraba una capilla, en ella estaban José María Marroquín y su esposa Trinidad Ricaurte, además de su hijo y la servidumbre de la hacienda.
Durante la misa de ese día, la esposa, enojada, pedía que pospusieron tan solo unos minutos el comienzo de la ceremonia, ya que sentía frío y necesitaba un chal, por lo que fue rápidamente a su habitación por uno. Luego de varios minutos, José María se preocupó por ella y fue a buscarla, pero nunca la encontró. Pasaron meses antes de obtener el primer indicio, su chal se encontraba en la orilla del río Bogotá. Surgieron múltiples rumores sobre su desaparición; algunos decían que escapó con un amante, otros afirmaron que no estaba en buenas condiciones mentales, y que decidió arrojarse o se mató por accidente en el río. La realidad es que la señora Trinidad se extravió, y con ello, comenzó la historia del espanto de Yerbabuena.
El Espanto
No se encontraron pistas para apoyar la teoría de que Trinidad huyó con un amante. Lo que sí se sabe es que no solo existió un fantasma en Yerbabuena, sino dos. Hay noches en las que se puede percibir una voz gritando dentro de la capilla. Además de que varios conductores han afirmado ver a una figura luminosa, envuelta con un chal y vagando en las orillas del río Bogotá.
Tiempo después, el terreno de la Yerbabuena fue repartido y se levantaron varias haciendas. En uno de los predios se edificó más tarde el famoso Castillo Marroquín, asombrosa construcción medieval en mitad de sementeras de papa, y en otro la estancia de La Cuarta, donde vivió solitario el clérigo José Manuel Marroquín Osorio. El hecho de que ambas casas tengan fantasma propio habla bien de la capacidad reproductiva de los espantos del altiplano cundiboyacense, así el que agita cadenas en el castillo tenga que competir con su dueño, un multimillonario· venezolano que hace lo mismo con las suyas de oro.
Fantasmas de Bogotá: Sin santuario no hay espanto
Los tiempos modernos han logrado afectar el legado de estas historias, no solo porque están siendo olvidadas sino porque las versiones actuales de las historias no le hacen justicia al suceso, por falta de contenido o faltas de ortografía, en medios de comunicación. Esto se considera como un problema relevante ya que también se les considera a estos fantasmas como parte del patrimonio cultural de Colombia.
En la actualidad, el territorio de Yerbabuena está ocupado por una universidad y varios mercados de semillas.
El espanto de el Techo
Esta es otra de las historias de fantasmas de Bogotá, sucedió en el siglo XVII en una ciudad que actualmente se llama Kennedy. Las víctimas del evento fueron los integrantes de la familia Cortéz, la descripción de lo que vieron fue definida como un ente de luz y de gran movilidad. Durante esos tiempos las historias de fantasmas eran relevantes para el estatus social y el respeto. Muchos ambiciosos derribaron paredes y destrozaron pisos en busca de un tesoro rico y esquivo de cuya presencia era garantía cierta la aparición del espanto.
Cuando un antiguo mayordomo de la hacienda construyó la casa que se llamó El Rincón, se escucharon sollozos ahogados cuya procedencia era imposible de determinar. Convencidos de que también El Rincón había contratado espectro y que, si había espectro es porque había santuario, uno de los sucesivos propietarios del fundo se decidió a buscar el anunciado tesoro.
El espanto amigable
El nieto del escritor José Caicedo Rojas andaba paseando por el bosque, encontró una cueva subterránea y decidió adentrarse en ella se topó con una culebrilla de oro elaborada por los chibchas y escondida en esa cueva varios siglos atrás. Con ello descubrieron a un ente que tenía un aspecto peculiar a diferencia de otros fantasmas, se pensaba que se dejaba tomar fotos, ya que se dice que hay muchas fotos de este.
Según Pardo Umaña, hace cerca de cincuenta años los señores Jorge Macaya y Santiago Martínez Delgado pudieron fotografiar al espanto, que posó para ellos sin muchos ruegos previos. Las cámaras “lograron impresionar nítidamente la figura fantasmal, con su clásico atavío de la sabana blanca y los dos agujeritos para ver”. Lo interesante, sin embargo, no habría sido fotografiar la sábana sino el contenido de la misma. Fotógrafos más audaces, que le hubieren alzado la ropa al espanto, tal vez habrían podido retratar la figura rotunda del canónigo doctoral don Ignacio María de Tordesillas y Fernández de Incinillas, muerto hace varios siglos, quien fue el constructor de la casa y era famoso por sus buenas comidas, que invitaban a un buen descanso en una buena mecedora.
Existen más historias que demuestran la gran variedad de historias sobre fantasmas en Bogotá, es muy interesante ver como algunas de estas mantienen relación por estar en lugares relacionados, podría existir una conexión entre todos estos entes.
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